Filosofía aplicada del yoga
- Trevi Yoga ashtanga vinyasa yoga Pereira
- 28 sept
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La filosofía del yoga, llevada a la práctica diaria, es sencilla y a la vez profunda: si la ejecución de una secuencia de asanas durante mucho tiempo no va acompañada de la observación del estado interno y de intentos de autoanálisis, la práctica inevitablemente pierde su esencia. Llega lo que se puede llamar la muerte de la práctica. Porque los movimientos en la esterilla, sin atención interna, no son más que ejercicio físico, entrenamiento del cuerpo, pero no yoga.
El verdadero tesoro de la práctica es que esa hora y media o dos horas que le dedicamos cada día son, en realidad, el único tiempo que dedicamos plenamente a nosotros mismos. En ese lapso, aun sin darnos cuenta, dirigimos los sentidos hacia adentro. Incluso si durante la práctica aparece de repente el pensamiento de que hay que comprar papel higiénico, seguimos estando más cerca de nosotros mismos que en cualquier otro momento del día.
Aprendemos a escuchar al cuerpo: hoy duele en un lugar, mañana se estira en otro. Pero no nos identificamos con ese dolor, no lo intensificamos, simplemente le permitimos estar. Somos observadores. Con cada práctica la atención interna se hace más profunda, y poco a poco surge una habilidad sorprendente: sentir el cuerpo desde dentro. Esa es la verdadera magia: día tras día comenzamos a escucharnos con más claridad, y luego —a atendernos de verdad.
Y aquí ocurre lo más importante: los cambios internos nunca se quedan solo adentro. Cuando aprendemos a percibir las sensaciones sutiles y a no rechazarlas, sino a aceptarlas y comprenderlas, nuestra vida externa empieza también a transformarse. La consciencia que nace en la esterilla influye poco a poco en nuestros hábitos, acciones y palabras. Nos volvemos más atentos con nosotros mismos y con los demás, y ese es el camino hacia una auténtica transformación.
El yoga, continuando la tradición del tantra, nos invita a despertar a través del cuerpo, no a renunciar a él. Es un sendero de autoconocimiento aquí y ahora, en un cuerpo vivo, con sus sensaciones, su respiración, sus límites y su fuerza. Y allí reside su verdadero encanto: cada movimiento se convierte en una puerta hacia uno mismo, cada inhalación en un paso hacia la claridad, y cada día de práctica en una oportunidad de renacer.
En la creación de este artículo me inspiró el directo de Anna Guryeva (@anna.guryeva.ashtanga).






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